En la reserva nacional se nos solicitó diseñar un ecolodge con mínimo impacto ambiental. La propuesta es construir plataformas de madera sobre pilotes sobre las que se ubican las unidades individuales. La densidad es muy baja, con el fin reducir el impacto de los visitantes, la basura y la generación de aguas residuales.
El acceso se resolvió mediante pasarelas, también elevadas y construidas a medida que se avanza. Es decir se construye un tramo que sirve de acceso para el siguiente, así hasta llegar a cada cabina. Esto limita el peso y el tamaño a solo pequeños vehículos, preferiblemente carritos eléctricos de golf.
El techo de las unidades es de tela verde para camuflar el conjunto bajo los árboles, las terrazas son decks de madera y las aberturas sin vidrio, solo cedazo mosquitero. El objetivo es lograr una arquitectura cercana a lo natural.
Los huéspedes de este tipo de hotel buscan experiencias al natural, y en eso reside su atractivo comercial.
El proyecto cuenta con una sección de potreros de arroz que se transformaran en lotes de 5.000 m2 con una cobertura de construcción de tan solo 15% y el resto será destinado a reforestación con especies endémicas existentes en la reserva. El objetivo es regenerar la reserva en los potreros, para extenderla con una nueva área boscosa de considerable extensión.
Considerando que existe un manto acuífero muy superficial el hotel frente a la playa se diseñó en palafitos que se unen por medio de pasarelas elevadas en pilotes. Este nuevo plano de agua sería una extensión del pequeño manglar, remanente de los cultivos de arroz y que se pretende agrandar con el desarrollo.
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